La capitán Morales es el Pepito Grillo que todos deberíamos tener. Es una mujer fuerte y soñadora, de principios y convicciones inamovibles. Con un gran sentido ético, siempre sabe qué está bien y qué está mal. Aquí está en el desayuno, en su casa de Queens, Nueva York.
«Marta Morales tenía prisa. Tenía que acudir a una reunión de la Comisión de la OII en Turtle Bay, en la sede de Naciones Unidas. Debía exponer un informe íntegro sobre todo lo ocurrido en la Operación Caronte.
Lo primero, cada mañana, después de ir al baño, era encender la cafetera, luego vendría la ducha diaria, el traje chaqueta y el maquillaje ligero. Se concedía apenas media hora para pasar del pijama de corazones rosas al aspecto de profesional cualificada que se había propuesto mostrar.
Después, se tomaba unos minutos sentada en la cocina para tomarse su café negro caliente y estimulante, mientras revisaba los correos en el ordenador portátil. Por la mañana no le entraba nada más, ni dulce ni salado. Más tarde, a media mañana, ya se tomaría un sándwich o algo más contundente en la cafetería de Turtle Buy.
Cuando terminaba su café, un taxi tocó el claxon en la puerta de su casa. Ya era el momento. Durante el trayecto tendría tiempo de revisar sus notas para la exposición. Ojalá que no le hicieran muchas preguntas, porque tenía la sensación de que Lola no le había contado todo. Había lagunas extrañas en su relato en las que no quiso ahondar.
A veces, hay cosas que es mejor no saber.
El taxi callejeó por Queens para cruzar hasta Manhatan por el puente hasta el East River.»
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By María Arenas
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María Arenas 
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