Os quiero presentar otro personaje del universo Operación Caronte: Héctor Hernández. ¿Qué se puede decir de un mexicano curtido en el narco? Es el jefe de seguridad de Andrés Cifuentes, su carnal.
«El día amaneció nublado en Los Mochis. El rancho estaba en silencio. Acaso se escuchaba algún relincho de los caballos en las cuadras y nada más. El sol estaba alto en el cielo cuando Héctor medio abrió un ojo. Unos hilos de luz entraban por la ventana entre las cortinas y le herían las pupilas como fuego.
Había pasado la noche de fiesta y el día dormido, agotado por las risas, el alcohol, la cocaína y las mujeres. Lo había pasado padrísimo, aunque no recordaba con nitidez la última parte, cuando recién salía el sol. No le importó en absoluto.
Sentía mucha sed. No podía mover un sólo músculo del cuerpo, pero debía beber agua. Tenía la lengua pastosa y la garganta reseca. Después de los abusos siempre se juraba en su interior que no lo volvería a hacer, que no merecía la pena sentirse tan mal al día siguiente. Pero siempre recaía. Las buenas noticias hay que celebrarlas.
Se levantó desnudo y salió de la habitación hasta el cuarto de baño. No encendió la luz. Había recorrido ese mismo camino cientos de veces. Palpó en la penumbra y abrió el armario. Dos exedrinas serían suficientes para el dolor de cabeza que le aplastaba el cráneo. Bebió agua en el vaso donde ponía el cepillo de dientes y se enjuagó. Era como si se hubiera comido un desierto de sal.
Volvió a la cama, arrastrando los pies por el pavimento frío. Aún podría dormir unas horas más.»
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By Marías Arenas
María Arenas 
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