Cualidades del devorador de historias

Ya expliqué en el artículo anterior quiénes somos los devoradores de historias. Hoy trataré de investigar por qué lo somos. Pero, hay que recordar que lo que consume un devorador con avidez son historias de ficción, porque las del patio de vecinos no le colman el apetito.

Las principales cualidades del devorador de historias son dos: la curiosidad y la clase de vida que tiene.

La curiosidad, según el Diccionario de la RAE, es «la cualidad del curioso», lo que no aclara nada. Y curioso viene como:

  1. Inclinado a enterrarse de cosas ajenas.
  2. Inclinado a aprender lo que no conoce.

El Diccionario define inclinación como «afecto, amor, propensión a algo». Y por lo tanto, el curioso no es más que que el ama enterarse cosas ajenas que no conoce. Entra en juego el Amor. No voy a entrar en si es algo innato o aprendido, pero lo que es, es. Si sientes amor por descubrir lo desconocido, eres curioso.

“Veo en usted la mirada de un ave curiosa a través de los barrotes de una jaula. Cautiva, inquieta y vital.”

Jane Eyre (película de 2011, basada en la novela homónima de Charlotte Brontë)
Si te lo digo yo, mola; pero si te lo dice Michael Fassbender, es otro nivel.

La curiosidad es lo que ha movido a la humanidad a descubrir continentes o vacunas y a acumular conocimientos a lo largo de los siglos. A algunos curiosos les da por las matemáticas y a otros por las historias. Tiene que haber de todo para que el mundo avance.

La otra causa de ser un devorador de historias es la clase de vida real que tiene.

Si la vida del devorador es una puta mierda, no conserva ninguna pareja, tiene una enfermedad crónica, los amigos le abandonan, la familia le ignora, el trabajo es insulso o inexistente y tiene problemas en todos los ámbitos, la ficción es su medicina. Es la droga que le evade.

Si por el contrario, la vida del devorador es un coñazo, vive una rutina monótona. trabaja de ocho a seis, la familia: bien, la salud: bien y no tiene emociones reales que le hagan sentir vivo; la ficción es lo más parecido a la adrenalina que tiene. También será su droga.

Cada uno se droga como quiere, unos le dan a la heroína, otros al Sálvame y los devoradores a Ian Fleming, por ejemplo.
Cada uno se droga como quiere, unos le dan a la heroína, otros al Sálvame y los devoradores a Ian Fleming.

Querido devorador, ¿tu vida es una mierda o un coñazo?

Poco importa. En ambos casos, devorar historias ajenas es un método de evasión. Y otra vez tengo que confesarme contigo, lector, yo también soy adicta.

Pero no es solo un placebo manso para calmar el alma, también es una forma de revelarse frente a la realidad.

«Eres curioso, ¿qué buscas en esos libros?”

Oblivion (2013)
Y ahora te lo dice Morgan Freeman. ¿Qué buscas?

Tu siguiente dosis puede ser mi novela Operación Caronte, la historia de una agente de una organización secreta internacional que quiere dejar de serlo.

By María Arenas

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