Puede ser que hayas oído hablar de los devoradores de almas, de los devoradores de mundos, de los devoradores de cadáveres… Pero hay una raza nueva de seres humanos: los devoradores de historias.
La palabra devorar proviene del latín, del prefijo de- con valor de intensidad y vorare que significa comer o consumir. Vendría a significar literalmente «consumir con intensidad».
En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua aparecen las siguientes acepciones para devorar:
- Dicho de un animal: comer su presa.
- Comer algo con ansia y apresuradamente.
- Destruir.
- Dicho de un apetito o de una pasión: apremiar violentamente a alguien.
- Consagrar atención ávida a algo.
- Recorrer una distancia muy rápidamente.
Es una palabra fascinante; un solo vocablo que expresa qué haces y cómo. Devorar es consumir algo con prisa, con ansia, con avidez, con pasión, con atención y con violencia hasta la destrucción.

Y una historia es casi cualquier cosa. El Diccionario también aclara (o enreda) el significado de la palabra historia:
- Narración y exposición de los acontecimientos pasadas y dignos de memoria, sean públicos o privados.
- Disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados.
- Obra histórica compuesta por un escritor.
- Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc. de un pueblo o de una nación.
- Conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella.
- Relación de cualquier aventura o suceso.
- Narración inventada.
- Mentira o pretexto.
- Cuanto, chisme o enredo.
- Cuadro o tapiz que representa un caso histórico o fabuloso.
Si juntamos las diez acepciones en una sola sería algo así como «relato de hechos». El protagonista puede ser individual o colectivo y los sucesos, reales o inventados Al devorador de historias no le importa.
De esta forma, el devorador de historias es todo aquel que consume con prisa, con ansia, con avidez, con pasión, con atención y con violencia hasta la destrucción, relatos de hechos.

El ser humano es curioso por naturaleza, así que dentro de cada uno puede haber un devorador de historias, aunque en distinto grado de avidez; unos, las consumen y otros, las devoran.
El consumidor de historias no tiene por qué ser un cotilla compulsivo, simplemente capta las historias que pululan por ahí en el patio de vecinos, en el telediario o en las conversaciones por otros humanos.
El devorador de historias no se conforma con tan poco… No, señor. El devorador tiene televisión de pago, Netflix, HBO, Amazon Prime, Filmin. El devorador de historias lee novelas, porque Holliwood no le colma la avidez. Siempre buscará la historia nueva. Se identificará con el personaje diferente. Buscará el formato novedoso. Se deleitará con la narrativa que le de otra vuelta de tuerca hasta la asfixia. Puede tener un género preferido, pero se rendirá ante cualquier historia bien contada.
¿Eres un devorador de historias o un consumidor tímido?

Yo me confieso una devoradora de historias, pero confieso también que la sobredosis tiene sus desventajas. Ya no me conformo con cualquier cosa. Lo quiero todo: hechos extraordinarios con personajes fuera de lo común, narrados con sabiduría. Detecto las incongruencias de guion en el primer pestañeo. A la primera debilidad de la historia, no le doy la oportunidad de un final deslumbrante y me vuelvo hacia la siguiente. No me decepcionan las historias mal contadas, porque sé lo difícil que es hacerlo con precisión, casi imposible; pero pierdo el interés, que despierta enseguida con otra historia distinta con una premisa interesante.
Si eres un devorador de historias, ¿tú también tienes sobredosis?

Lamento decirte que no existe la desintoxicación para esto. Aunque dejaras de devorar durante diez años, al volver al consumo conservarías los conocimientos y el buen gusto. Y puede que, empeorado por diez años de abstinencia. Lo siento.
Solo nos queda buscar (que no encontrar siempre) el diamante entre la mierda. Y seguir disfrutando apasionadamente de las historias.
Si eres un devorador de historias y además lector, puedes echarle un vistazo a la que he escrito: Operación Caronte.
By María Arenas
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