¿Cuánto tiempo hace el que hombre sobrevivía con lo que cazaba? 10.000 años.
Antes de que el hombre aprendiera a cultivar su propia comida pasó 2,8 millones de años comiendo lo que cazaba y recolectaba. Su supervivencia dependía de la Naturaleza y de su habilidad para capturar y matar su alimento.

Tan solo hace 10.000 años el ser humano abandonó su dependencia y comenzó a cultivar y pastorear. Ya no tenía que perseguir a sus presas durante días, camuflarse entre la maleza, atacar con furia cuando llegaba el momento y matar al animal con toda la fuerza que le daban las ganas de sobrevivir.
2,8 millones de años frente a 10.000.
Durante todo ese tiempo nuestros ancestros se levantaban cada mañana para cazar. Rezaban a sus dioses para encontrar buenas piezas, para tener buen tiempo, para que los dioses guiaran su mano al tirar la lanza o la flecha. Se preparaban y se mentalizaban para obtener el sustento de la tribu. Enseñaban a sus hijos para que fueran mejores cazadores aún que ellos mismos. Su vida hasta el anochecer giraba en torno a un solo tema: la caza.

Eso ha dejado una huella genética que tardará otros 2,8 millones de años en borrarse. Todos nosotros tenemos algo de esos cazadores primitivos. Unos más y otros menos.
Algunos echan de menos las sensaciones físicas y siguen cazando como deporte, o son toreros o atletas. ¿Qué es si no el fútbol sino la caza de un balón para meterlo en la portería del rival?

Otros anhelan la parte más metafísica que alude a la búsqueda intelectual del alimento del espíritu: filósofos, pintores, músicos y escritores. También políticos y emprendedores.
De todos ellos, el más atormentado en el cazador-escritor. Es un ser realmente testarudo. ¿Qué puede haber más desesperante que intentar atrapar algo que no se ve ni se toca ni se oye? Trata de encontrar un fantasma resbaladizo que se esconde cada vez mejor y que cada minuto está más lejos.
Sus trofeos de caza son ideas, palabras, sinónimos, historias con vuelta de tuerca, más difícil cuanto más original y sin embargo, más manido. Se esconden en cualquier parte, incluso en los sueños y por eso, hay escritores que se despiertan en mitad de la noche para agarrar la libreta y el lápiz. La prima del pueblo, la parada del autobús o una conversación con el frutero son los lugares donde se esconde su presa.

Sus objetivos tienen 2 características:
- que cambian de forma desde que el escritor intuye su presencia hasta que puede mostrarlos al público.
- que en alguna parte del camino se da cuenta de que lo que persigue en realidad es a ÉL MISMO.
By María Arenas

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