Escribir Operación Caronte ha supuesto superar muchos miedos. A cada paso, un temor nuevo me acechaba por los rincones de la mente.

No es miedo a las arañas ni a la sangre ni a los payasos. Son miedos profundos que te paralizan y te dejan sin aire para continuar.

Es miedo a escribir porque hay que hurgar en sitios extraños del recuerdo que no quieres tocar o en trozos de corazón que creías enterrados, miedo a que lo lean, miedo a que no se entienda o ni siquiera sea legible, miedo a que se rían, miedo a que no le guste a nadie (ni a mi madre), miedo a que sea un pérdida de tiempo…

No es inseguridad. Es miedo, porque te atrofia los sentidos y te aturde y te impide continuar hacia adelante.

Por eso, he desarrollado algunas técnicas para superarlo, porque no me puedo permitir no continuar.

Fórmula del alcohol

Cuando le echas alcohol a una herida escuece, pero se cura. ¡Bueno! Se cuece y deja de sangrar. Pues lo mismo. Escribir con una copichuela encima, mejor si es tequila reposado con zumo de naranja, ayuda a continuar. Luego habrá tiempo de leer y borrar.

Es importante no pasarse, con dos basta.

Fórmula de la tontería

No se trata de hacer el payaso todo el tiempo. Se trata de hacer algo que no sueles hacer y ver qué pasa. ¿Qué pasa si me pongo sombrero y salgo a la calle? Naaaada. Cuando ves que los pequeños actos no tienen consecuencia, el cerebro puede asumir un poco mejor que los grandes, tampoco.

Es importante no llegar al histrionismo o la estupidez (como cruzar con el semáforo en rojo).

Fórmula del jabón

Esta me la enseño una amiga. Hay que darse mucho jabón para que te resbalen las cosas. No se trata de ducharse durante tres horas ni llevar la piel brillante. Es un jabón mágico. Pero si te lo das con arte, te resbala todo.

Palabra de escritora.

 

No sé si las fórmulas os servirán para vuestro propios miedos, pero seguro que hacen la vida más fácil. 

 

By María Arenas

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