¡Ay! ¡Qué difícil es estar a todo!
Estos días (que el que dice días, dice semanas), estoy corrigiendo el primer borrador de Operación Caronte. En la primera lectura, me di cuenta de que la primera mitad era una especie de barrillo informe ininteligible, fruto sin duda de las dudas hacia dónde se dirigía la protagonista; no a nivel físico, sino de cambio interior. Creo que hasta que no puse la palabra «fin», no lo he sabido. Por lo que ahora, toca recoger toda ese barrillo y darle forma.
Todo ese trabajo me está suponiendo un esfuerzo colosal a nivel mental. ¡Estoy agotada! Y lo peor… Estoy a mil millones de kilómetros de la tierra.
Estoy en una especie de estado de éxtasis místico, que me aleja de la realidad y del día a día.
Se traduce en que se me olvidan las cosas, dejo tareas a medias, como a las cinco de la tarde, mi casa parece un estercolero… Creo que cualquier día voy a provocar un accidente.
La gente que tengo a mi alrededor (dícese marido o hija o amigos) están empezando a perder la paciencia.
Ya queda poco.
María Arenas

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