Operación Caronte: Informe de lectura.

Ya tengo el informe de lectura que encargué a alguien que sabe mucho de esto: Abel Amutxategi, autor de humor fantástico, también literatura infantil, periodista y un gran hombre, si ha podido llegar al final de mi novela.

Los lectores cero son amigos. La han leído con cariño y hasta el final y con mucha sutileza (o no tanta, que la confianza da asco) me han indicado algunas incongruencias.

¿Por qué elegí a Abel? Es una cuestión de señales. Yo buscaba un informe de lectura y me mandó un mail ofreciéndose… a mí y a todos los suscriptores de su blog. Entonces, tenía que ser él.

Lo primero que me pasó por la cabeza cuando recibí el mail con el informe fue: «…no lo necesito… no lo leeré…» Salió el cerebro reptiliano huyendo del peligro. Tuve que acallarlo con unos cuantos tequilas y una buena resaca. Al día siguiente, pude abrir el documento y leer.

Leí atropelladamente sin parar. Ni respiré durante los minutos de la primera lectura. Después inhalé aire y salió el cerebro paleomamífero, que es el que genera las emociones. La primera sensación fue de alivio al comprobar que sí lo había podido terminar y hasta sacar alguna cosa buena. Siempre tuve el temor de que en el informe en letra tamaño 25 pusiera: «Lo siento. Es infumable. No pude con ella.» Luego sentí un poquitín pequeño de dolor.

Pasados dos días más, pude releer despacio y ya con el cerebro neomamífero, que es el que piensa, llegué a la conclusión de que debo cambiar el 75 % de la novela más o menos.

Lo cual es muy buena noticia: significa que hice un 25 % bien, que para una primera novela, me parece todo un éxito si no eres Stephen King.