¡Ay! ¡Qué difícil es dominar la percepción!
«Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga del nuestro», pues eso es lo que me pasa.
Mi cerebro se empeña en rellenar los huecos de mi texto y en no verlo cómo está sino cómo lo pensé o cómo quiero que sea. Cada vez que lo repaso veo algo nuevo que está mal. ¿Cómo no lo vi la vez anterior?
En mi historia aparecen vasos de la nada, los personajes utilizan teletransporte y las pistolas tienen balas infinitas. Todas estas cosas rompen el contrato entre escritor y lector. Yo me comprometo a decir la verdad y tú a creerte lo que te cuente. Pero si lo que narro no tiene ni pies ni cabeza… pues, adiós contrato. Dejas de leer en la pagina dos.
El texto de ha convertido en uno de esos dibujos de líneas discontinuas que a los psicólogos les gusta mostrar para ilustrar lo listo que es el cerebro y en el que vemos imágenes que no lo son, sino rayitas. Es un montón de rayitas y puntitos y que no puedo dejar a la imaginación del lector para que rellene las partes en blanco.
¡Maldito cerebro! ¿Quieres dejar de rellenar los huecos y maquillar la verdad? Si no deja de hacerlo, no vamos a ningún sitio.
By María Arenas

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